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Foto del escritorAlan Resquin

Bangladés: Sheikh Hasina renueva por un cuarto mandato consecutivo, con el boicot opositor y el abstencionismo electoral como protagonistas principales.

Las elecciones generales dieron como resultado el triunfo y renovación por un cuarto mandato consecutivo, en el poder a Sheikh Hasina. La casi octogenaria primera ministra, líder del partido “Liga Awami” obtuvo casi el 75% de los escaños en liza. No obstante, la comisión electoral retrasó en exceso la entrega de los resultados finales, por lo que los principales medios locales del país, a fines de ofrecer unas cifras provisionales a la ciudadanía, recurrieron a su trabajo en terreno. En este sentido, se destacan los aportes de la principal cadena privada de televisión bangladesí Somoy TV, indicando que la Liga Awami se había quedado con al menos el 70% de los escaños del parlamento, prácticamente la misma cifra que la entregada por el gobierno mucho tiempo después.

La Primer Ministro el día de las votaciones

La comisión electoral, sin ofrecer más detalles, ha sido extremadamente lenta en la entrega de los resultados y las cadenas de televisión han recurrido a su trabajo en terreno para ofrecer cifras a los ciudadanos. Somoy TV, la principal cadena privada del país, indicó que la Liga Awami y sus aliados obtuvieron al menos el 70 por ciento de los escaños del Parlamento, con 216 de los 300 escaños.


Las elecciones estuvieron marcadas por el boicot del Partido Nacionalista de Bangladés (BNP), el cual configura la principal formación opositora, al igual que por una elevada abstención de casi el 60% del electorado. Estas cifras difieren bruscamente con el porcentaje de participación en los comicios de 2018, en la cual el porcentaje de afluencia se ubicó en el 80%. No obstante, en aquel momento, el BNP sí estuvo presente. El vuelco hacia el abstencionismo se produjo luego de que la primera ministra rechazara la petición de dimisión por parte de la oposición, al igual que la negación ante la propuesta de supervisión de las urnas por una autoridad neutral.


Hasina accedió al cargo de primera ministra en 1996, 21 años después de que su progenitor, Sheikh Mujibur Rahman, considerado como el padre fundador de la nación, fuera asesinado en el golpe de estado de 1975 junto con la mayoría de la familia. La revalidación en las urnas por un cuarto mandato consecutivo, el quinto en su haber, ha permitido que desde el 2009 el poder político quede concentrado en sus manos.


Desde que inició la seguidilla de mandatos consecutivos en 2009, la primera ministra ha sido objeto de numerosas denuncias por violaciones a los Derechos Humanos. Según Human Rights Watch, desde que llegó al poder en 2009, se ha producido la desaparición de al menos 600 personas, entre ellos activistas de la oposición, empresarios y miembros del ala estudiantil del BNP. Sin embargo, mientras que las familias de los desaparecidos exigen al gobierno información sobre los desaparecidos, desde el oficialismo niegan las acusaciones y las ejecuciones extrajudiciales. En adición, la ONG también denunció, en la previa de las elecciones generales, la detención de más de 10 mil opositores y el asesinato de 16 personas, con el objetivo central de debilitar a la formación opositora de cara a los comicios. En contrapartida, la primera ministra ha sido objeto de elogio internacional por acoger a los musulmanes rohinyás, quienes son objeto de persecución por parte de la vecina Myanmar.


Es importante destacar que no solamente el BNP recurrió a la estrategia de abstención electoral. Varios partidos opositores decidieron no acudir a las urnas, puesto que consideraron que las mismas no serían ni libres ni justas. En este sentido, existía el temor por la repetición de irregularidades producidas en elecciones pasadas, irregularidades que a criterio de la oposición habían permitido el triunfo de Hasina en reiteradas ocasiones. La propuesta opositora exigía la dimisión de la primera ministra y la celebración de los comicios bajo una administración interina.


Por el lado del oficialismo, se pedía al electorado confiar en el proceso democrático, tachando al BNP de ser una organización terrorista. No obstante, varios votantes afirmaron haber sufrido amenazas y la quita de ayudas sociales si no votaban por la Liga Awami. En este sentido, la pauta parece haber sido “Voto por comida”.

 

Bangladés y Argentina


Las relaciones diplomáticas entre la República Argentina y la República Popular de Bangladesh comienzan en 1972, mediante comunicado conjunto entre diplomáticos de ambas naciones en la ciudad de Yakarta, Indonesia. La relación bilateral estuvo cargada desde sus inicios por un marcado simbolismo, puesto que comenzaron un 25 de mayo, trazando un paralelismo entre la gesta independentista argentina el siglo anterior, con la reciente experiencia independentista bangladesí. Para entender el porqué de este grado de afinidad es necesario remontarse a los acontecimientos de 1971. El 26 de marzo de aquel año, Sheikh Mujibur Rahman, el padre de la actual primera ministra, quien se había alzado con la victoria en las parlamentarias de 1971 como cabeza de la Liga Awami, fue arrestado por las autoridades del gobierno militar de Pakistán Occidental, que habían comenzado una operación militar para sofocar el movimiento bengalí de liberación nacional de Pakistán Oriental (cabe destacar que la escisión de Pakistán se produjo en 1947 y duró hasta 1971). Aquel mismo día, Mujibur Rahman declaró la independencia de Bangladés. Mientras tanto, los referentes perseguidos de la liga Awami que pudieron escapar se refugiaron en la India, y el 14 de abril establecieron un gobierno en el exilio, nombrando presidente a Mujib Nagar y como Primer Ministro a Tajuddin Ahmad. La Guerra de Liberación de Bangladés de extendió hasta diciembre de 1971, cuando estalló la Guerra entre India y Pakistán. Por otro lado, mientras Pakistán Occidental era apoyada por Estados Unidos, Inglaterra y China, Bangladesh lo era por parte de la India y de la URSS.


Llegado a este punto, es donde entra en juego nuestro país. En 1971, Argentina volvía a ocupar un sitio en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como miembro no permanente. Desde este lugar, la delegación encabezada por Carlos Ortiz de Rosas, en conformidad con otros países, buscó zanjar la cuestión militar indo-pakistaní. Lo que no se pudo hacer por medio de una resolución vinculante del Consejo de Seguridad, sí se pudo hacer por medio de la Asamblea General, mediante la resolución 2793 del 3 de diciembre de 1971, cuya propuesta fue impulsada por la delegación argentina, siendo patrocinada por otras delegaciones. En este sentido, cobró fundamental relevancia el antecedente de la Resolución 377 del 3 de noviembre de 1950 (conocida como Resolución Unión Pro Paz), la cual facilita a la Asamblea a adoptar medidas sobre cuestiones que afecten la seguridad de la paz internacional, si es que el Consejo no lo hiciera.  Dicho esto, nuestro país tuvo un rol más que relevante en el fin del conflicto entre India y Pakistán y en la consecuente conformación de Bangladés como estado independiente el 16 de diciembre de 1971.

Podría decirse que el acercamiento del país hacia Bangladés coincidió con un cambio de paradigma en cuanto a la agenda de política exterior argentina y la forma en la que nos vinculábamos al mundo hacia 1970. En aquel entonces, el gobierno argentino era presidido por Lanusse, último integrante del golpe militar que había iniciado en 1966, encabezado por Onganía. A diferencia de este, que mostraba un alineamiento con Occidente y, principalmente, con los Estados Unidos, en un contexto de Guerra Fría, Lanusse y su canciller Luis María De Pablo Pardo, persiguieron una política un tanto más abierta y plural. A tal efecto, el país se acercó a países comunistas y asiáticos, y para este caso particular, estableció relaciones diplomáticas con Bangladés.


Ya promediando la tercera presidencia peronista, en marzo de 1974, Argentina inauguró su sede diplomática en Dhaka. Las relaciones entre ambas naciones se reforzaron ese mismo año, producto de una importante hambruna en Bangladés a causa de una serie de inundaciones, y la decisión del gobierno argentino en adoptar una política exterior humanitaria mediante donaciones de arroz, trigo y manzanas. También son hechos a destacar, la solicitud de admisión de Argentina y Bangladés como miembros plenos en el Movimiento de Países no Alineados en junio de 1973, y la participación conjunta en el G77 en la conferencia de la ONU sobre Comerico y Desarrollo.


Las relaciones continuaron en excelentes términos hasta 1976 para posteriormente sufrir una estrepitosa caída, a causa de, por un lado, un nuevo golpe militar en Argentina, conllevando en que el país cerrar la sede diplomática en Dhaka en 1977, y por el otro, debido a un periodo de gobiernos militares en Bangladés que se extendió desde 1975 hasta 1990. No obstante, ambas naciones convergieron en foros internacionales. Asimismo, durante el periodo comprendido entre 2002 y 2021 hubo un crecimiento exponencial en el desarrollo de la balanza comercial bilateral, aunque el hecho de no contar con una embajada activa en territorio bangladesí limitó las posibilidades de extender los beneficios del comercio hacia otros sectores institucionales.


Las relaciones entre ambas naciones trascendieron lo económico-político, hasta extenderse a aspectos culturales y/o sociales. En este sentido, se destaca la influencia bangladesí en los estudios orientales de producción argentina, como en el caso de los escritos de Victoria Ocampo, quien, partiendo desde el análisis de los pueblos de oriente, amplió su objeto de estudio hasta la Guerra de Liberación de Bangladesh y sus consecuencias, especialmente la cuestión de la crisis humanitaria como efecto de la oleada de refugiados de Bangladés en India. En adición, Jorge Luis Borges se manifestó públicamente para dar cuenta de la crisis en la frontera indo-bangladesí, llegando a solicitar al canciller argentino el envío de asistencia a los refugiados bangladesíes. Se produjo entonces un sentimiento de solidaridad entre ambos pueblos, que lejos de limitarse solamente a la delicada situación humanitaria, se extrapoló a ámbitos como el deporte, adquiriendo gran relevancia la efusividad con la que la sociedad bangladesí celebró la victoria argentina en los mundiales de 1986 y 2022. Lejos de quitar mérito a otras categorías deportivas, la realidad muestra que el mundial de México 1986 fortaleció aún más los lazos de fraternidad entre ambas naciones, donde la victoria ante el seleccionado inglés fue celebrada como propia, superando las fronteras del deporte y resignificando el triunfo a causa del mutuo resentimiento anticolonialista hacia Inglaterra. De ello se desprende la similitud de la cuestión Malvinas, en el caso argentino, con el apoyo inglés a Pakistán durante la guerra de 1971, en el caso bangladesí. En este aspecto, en ambos casos las naciones compartieron expresiones de simpatía y manifestaciones sociales a favor de cada una de ellas, cobrando gran interés las realizadas por Bangladés a favor de Argentina durante el conflicto militar de 1982 contra Inglaterra. El año 2022 puede ser considerado un año toral para las relaciones bilaterales. Por un lado, por la conmemoración del 50 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre las naciones. Por otro lado, por el mundial de Qatar 2022, que actuó como una especie de renovación al sentimiento de fraternidad entre los pueblos, llegando a incluso a ser el disparador para la reapertura de la embajada argentina en Bangladés, en febrero de 2023.


En resumen, ambos países comparten un extenso historial de relaciones, construidas sobre la solidaridad entre los pueblos y el respeto a los Derechos Humanos. Luego de décadas de haber permanecido cerrada la embajada en Dhaka, Argentina y Bangladés tienen una nueva oportunidad para seguir fortaleciendo los lazos bilaterales.


La población bangladesí apoyando a la Selección de Fútbol Argentina en el Mundial de Qatar 2022

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