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Foto del escritorLuciano Costa

Elecciones en Bielorrusia 2024, influencia y oposición

El pasado domingo 25 de febrero se efectuaron las elecciones parlamentarias bielorrusas, las cuales, con su dudoso proceder, no dejaron indiferente al establishment occidental.


Durante la charla que Putin y Lukashenko mantuvieron a fines de enero en el marco de la consolidada Unión Estatal Rusia-Bielorrusia, el líder bielorruso confió en que las elecciones de ambos países transcurrirán de forma pacífica.



El modelo bielorruso persiste aún como un inexorable prototipo soviético, con una fuerte presencia del sector público en la economía, sector asociado al poder personal de Lukashenko y la influencia que este ejerce en el poder ejecutivo de su país.


Al hablar de procesos electorales en Europa Oriental no podemos dejar de observar los -cuanto menos- extraños movimientos que la política bielorrusa ha suscitado en los últimos años. Desde las protestas de 2020-2021, luego renombradas “revolución de las zapatillas” durante las elecciones presidenciales en las que Lukashenko buscaba la reelección en 2020 hasta la prohibición e incluso disolución de una gran cantidad de partidos progubernamentales y opositores a finales de 2023.


Las elecciones parlamentarias bielorrusas definen los 110 escaños de la Cámara de Representantes, necesitando de 56 escaños para obtener la mayoría. Los 110 escaños son elegidos en circunscripciones uninominales por escrutinio mayoritario uninominal, es decir que gana el que obtiene la mayoría simple.

 

Los partidos participantes fueron el Partido Comunista de Bielorrusia (KPB), de ideología marxista-leninista y con una afamada posición pro-gobierno, contando con 54 circunscripciones. El Partido Democrático Liberal de Bielorrusia (LDPB), de ideología populista de derecha y conformando una especie de oposición dialoguista, que ha contado con 107 circunscripciones, y, por último, el Partido Republicano del Trabajo y la Justicia (RPTS), de orígenes socialdemócratas y pro-gobierno con 43 circunscripciones.

 

En las últimas elecciones parlamentarias celebradas en 2019, el Partido Comunista obtuvo el 10.62% de los votos, haciéndose con 11 de los 110 escaños, mientras que el Partido Democrático y el Republicano se repartieron 5.33% y 6.75% respectivamente quedándose con los 7 escaños restantes.

 

En agosto de 2020, Aleksandr Lukashenko se impuso a Svetlana Tijanóvskaya en las elecciones presidenciales de Bielorrusia, consiguiendo su sexto mandato consecutivo tras haber asumido el poder en 1994. Según datos de la Comisión Electoral Central de Bielorrusia, el electo presidente se alzó con más del 80% de los votos, y si bien las autoridades no descansaban en observar irregularidades en cada elección practicada desde 1994, estos últimos comicios generaron un particular revuelo, desencadenado así las antes mencionadas revueltas y protestas.

 

Un espiral de violencia recorrió Bielorrusia durante casi un año, con respuesta violenta en manos del Escuadrón Móvil para Propósitos Especiales (OMON), la policía antidisturbios que responde a Lukashenko.

La legitimidad de Lukashenko se basa no solo en su control por sobre la actividad política propia y opositora, sino que se explica muy bien en el modelo que Bielorrusia tomó al desmantelarse las Repúblicas Socialistas Soviéticas.


Luego de 1989 y con el cierre del Estado federal conformado por las repúblicas soviéticas, los países soberanos resultantes de aquella división vieron su futuro dirigido por dos élites, la Intelligentsia, una clase social de pensadores e intelectuales que abogaban por un modelo liberal, en contraposición a los cuadros más radicales de los antiguos partidos comunistas. Bielorrusia emprendió su desarrollo al mando del último grupo, con la imagen de Lukashenko, un diputado cuarentón de la región oriental de Moguilov.


1993 es el año en que Lukashenko es nombrado presidente de un comité parlamentario anticorrupción, y con un ferviente discurso pro-soviético, que abrazaba la nostalgia de las repúblicas unidas es que fue tejiendo su carrera, la cual lo trae hasta este domingo 25 de febrero, fecha en la que dará un paso más en la carrera por erigirse en la autoridad máxima bielorrusa por al menos otros 5 años.

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