El jueves 8 de febrero se celebraron en Pakistán las elecciones parlamentarias que debían celebrarse en noviembre del año anterior y que fueron aplazadas en varias oportunidades producto de la inseguridad a nivel nacional y el tenso clima político. Luego de una semana sin un escrutinio definitivo, los primeros resultados arrojan que los candidatos independientes que representan al líder encarcelado Imran Khan triunfaron en las elecciones obteniendo un total de 93 escaños, seguidos por Nawaz Sharif de la Liga Musulmana con 75 escaños y el Partido Popular de Pakistán de Bilawal Bhutto Zardari quien obtuvo 54 escaños. Pese a ello, ante la ausencia de un partido que cuente con una mayoría parlamentaria suficiente, los últimos dos partidos opositores formarán una coalición para determinar quién será el nuevo Primer Ministro de la República Islámica de Pakistán.
Aproximadamente 60 millones de ciudadanos acudieron a las urnas para elegir a los candidatos que compiten por los 336 escaños dentro de la Asamblea Nacional, la cámara baja del parlamento y las asambleas legislativas de las cuatro provincias: Punjab, Sindh, Khyber Pakhtunkhwa y Baluchistán. Sumado a ello, deben asegurarse los 60 escaños que están reservados para las mujeres y 10 para grupos religiosos minoritarios.
El proceso electoral se vio afectado por numerosos atentados con bomba perpetuados en varias provincias del país antes y durante las elecciones dejando un saldo de 30 muertos y varios heridos, además, el gobierno decidió establecer un bloqueo en la comunicación telefónica y de internet que afectaron la transmisión de los medios de comunicación más importantes e imposibilitaron seguir el conteo de votos, lo cual se extendió hasta el domingo cuando llegaron los primeros resultados.
Sin embargo, los crecientes episodios de violencia son solo una de las tantas cuestiones a las cuales deberá enfrentarse el nuevo gobierno. En Pakistán persiste una gran inestabilidad politica desde su independencia en 1947 ya que ningún gobierno ha conseguido cumplir su mandato de cinco años, producto de la fuerte intervención de las fuerzas armadas que buscan preservar sus propios intereses.
Esto ocurre en abril de 2022 cuando el Primer Ministro Imran Khan del Pakistán Tehreek-e-Insaf (PTI) fue destituido de su cargo mediante una moción de censura emitida por el Parlamento y posteriormente encarcelado por condenas de 10 a 14 años por acusaciones de corrupción, traición y matrimonio ilegitimo, al considerar un incumplimiento de lo establecido por la iddah, donde una mujer divorciada debe esperar determinado periodo de tiempo antes de volver a contraer matrimonio. El excampeón de criquet habría perdido el apoyo de las fuerzas militares que lo ayudaron a alcanzar el poder en 2018 debido al giro en su politica exterior, que al entablar relaciones con Rusia y China rompía con la tradición pro-occidental del ejercito pakistaní. La manipulación militar también explicaría el regreso del exiliado ex primer ministro Nawaz Sharif en octubre del año anterior, al cual le perdonaron la mayoría de las causas por corrupción que habían interrumpido su mandato.
Además, el gobierno deberá luchar contra el aumento de los atentados terroristas provocados por los grupos nacionalistas como los baluchíes y los talibanes paquistaníes en la provincia de Jáiber Pajtunjua, que junto a la inmigración ilegal acentúan las relaciones hostiles con todos los países vecinos, entre ellos Irán y Afghanistán. Por último, deben contrarrestar la fuerte crisis económica que acecha a los pakistaníes con una inflación de casi el 30%, un alto nivel de desempleo, una perdida del 50% del valor de la moneda nacional frente al dólar estadounidense y una deuda externa que rondea los 120.000 millones de dólares.
Todos los ámbitos del país tanto político, social y económico, están subordinados a la centralización de los asuntos militares y el mantenimiento de la bomba nuclear que se conservan como los objetivos absolutos para Pakistán, y que en simultaneo, al momento de las elecciones generales que generan una inmensa participación ciudadana y observación internacional, dejan en evidencia las irregularidades que sufren a partir de la constante intervención militar que antepone sus intereses y continua adjudicándose facultades extraordinarias.
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