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Foto del escritorMateo Rondinoni

La utopía que se transformó en realidad: Milei presidente.

Luego de una intensa campaña, los argentinos acudieron por última vez a las urnas en estas elecciones. Con dos candidatos opuestos política e ideológicamente, nuestro país pudo elegir de manera transparente y democrática quién será el que conduzca los hilos de nuestra Nación por los próximos cuatro años. Con un ganador claro, sacando una diferencia con su contraparte por más de diez puntos, el pueblo argentino escogió a su nuevo mandatario. Javier Milei es el nuevo presidente de la Argentina.

El “fenómeno televisivo” que llegó a presidente.

Muchos recordamos aquellos años donde, un economista, siempre vestido de traje, con cara seria y con un look bastante inusual en cuanto al estereotipo que acarrean quienes practican dicha profesión, comenzaba a llamar la atención en los distintos medios de comunicación. Un personaje un tanto “loco” y simpático que lograba acaparar el rating de la audiencia sin importar la edad o el género de los televidentes. La impronta que denotaba, montado en un personaje exaltado, cómico, disruptivo, combatiendo argumentativamente contra todas aquellas posturas que a su entender eran incorrectas como en el tan conocido programa “Intratables” o “Animales Sueltos” por la pantalla de América.

Sus debates y opiniones llamaban la atención entre el público en general, no solo por su personalidad, sino también por su carácter revolucionario, en contra del sistema económico actual, atacando al establishment político o lo que él comenzó a llamar “la casta política”, haciendo alusión a una estructura de espacios políticos, sindicales y empresariales que pactan entre sí para repartirse el poder entre ellos en perjuicio de la sociedad. Cuestionó la “grieta” que divide a la Argentina entre kirchneristas por un lado y macristas por el otro, dándole una vuelta de tuerca y empezando a marcar un discurso donde, según él, la verdadera grieta giraba en torno a una clase política que hundía al país, mientras los ciudadanos, las personas de a pie, sufrimos las consecuencias de la inoperatividad adrede o no de nuestros políticos.

Con el pasar del tiempo fue ganando popularidad y adeptos a sus ideas. Defensor acérrimo del liberalismo y el libre mercado, el economista autodenominado como “anarco-capitalista”, logró imponer en la agenda y la vida pública diversas cuestiones asociadas al rol del Estado en la economía y cómo este perjudicaba el funcionamiento del sector privado. Proponiendo medidas de ajustes “ortodoxas”, como lo son la eliminación del déficit fiscal, la baja del gasto público, la quita de impuestos, la desregularización de la economía y la eliminación de cuajo de la inflación, atribuyendo su aumento a la expansión de la oferta monetaria del Banco Central sin respaldo de una demanda efectiva de dinero. Vale recordar, que sus dichos, no solo se dirigieron al aspecto económico del país. Sosteniendo que el problema de la Argentina, también, se debe a un problema cultural y de valores sociales, donde la población ha adoptado, según él, una tendencia “socialista” e incluso “izquierdista” de entender la realidad que nos rodea. Dicho problema decidió encararlo a través de sus charlas, disertaciones y libros escritos a lo largo del país, proponiendo así lo que llama “la batalla cultural” entre las ideas liberales y el “progresismo o marxismo cultural”.

De esta manera, parte de la sociedad comenzó a poner sus ojos en quien se estaba transformando en un referente del liberalismo en Argentina. Gran parte de la población, y sobre todo los jóvenes, con una impronta más “rebelde” y anti sistema, hicieron de Milei una figura de adoración. Lograron convertirlo en un “líder” mediático que finalmente, y pese a su constante negativa en los primeros años, decidió entrar en el terreno de la política allá por el 2021. En aquel año, junto con su nuevo espacio político, “la Libertad Avanza”, Milei dio el batacazo, siendo electo como diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires, donde obtuvo el 17,03% de los votos, quedando por detrás del Frente de Todos y Juntos por el Cambio con un 25,10% y 47,01% respectivamente.

Finalmente, este domingo 19 de noviembre del 2023, Javier Gerardo Milei se convierte en el nuevo presidente de la República Argentina.

Un suceso inesperado pero que se podía percibir.

Quienes se oponían política e ideológicamente a Milei desde su aparición en la escena mediática argentina, nunca lo tomaron enserio como alguien que podía llegar a inclinarles la balanza de poder en su propia contra. No era más que un “loquito”, un fanático, un simple panelista de televisión que vociferaba gritos y críticas a todos los políticos habidos y por haber. Solo era un mero comentarista que proponía soluciones imposibles de llevar a cabo y que nadie podía tomarlas enserio. Por supuesto, no faltaron quienes, en tono de burla, lo menospreciaban, argumentando lo fácil que es hablar desde el lente de una cámara, pero lo difícil que representaría meterse en la propia política, formar un partido y ganar las elecciones. Suena paradójico quizás, pero aquello fue lo que terminó por ocurrir este año con rotunda victoria sobre Sergio Massa en las elecciones presidenciales.

Partiendo de un análisis propio de la ciencia política y del mundo académico si así se quiere, diversos manuales, libros y autores han teorizado en sus escritos sobre estos fenómenos. Sucede, que en tiempos de crisis política, social, económica e institucional existe una tendencia de la ciudadanía a desconfiar y des legitimar a nuestros representantes políticos, generándose así lo que se conoce como “crisis de representatividad”. Esto último acarrea también un quiebre dentro del propio sistema de partidos, en el cual, los espacios políticos tradicionales no logran dar respuestas a las necesidades del pueblo. Es allí donde aparece la figura del “outsider”, una persona por fuera del sistema, que proviene de espacios políticos poco consolidados, asumiendo una postura “anti sistema”, junto con argumentos disruptivos en contra de lo establecido.

Partiendo de esta teoría, podemos ver cómo, gran parte de la sociedad argentina durante los últimos años, no hay una clara representación social por parte de los partidos tradicionales como el kirchnerismo o Juntos por el Cambio. Los altos niveles de inflación, el aumento de la pobreza, la falta de empleo, salarios bajos sumado a los escándalos por corrupción de ambos lados, han generado que la ciudadanía se posicione en contra de la clase política tradicional. Los cánticos del “Que se vayan todos”, es un fiel reflejo de esa realidad.

Allí es donde aparece Javier Milei. El “outsider” que viene a romper con el sistema establecido proponiendo algo nuevo, donde quizás la profundidad de sus propuestas no termine de cerrar para algunas personas, o que incluso, no tengan una afinidad ideológica hacia el liberalismo, pero lo relevante, viene dado por el cambio que representa con respecto a lo que hay, una ruptura, una cara nueva, ideas nuevas, y eso es lo que la gente fue a buscar a las urnas.


Funcionó el “Acuerdo de Acassuso”.

Con el entusiasmo generado en el espacio de Milei por los resultados obtenidos en las PASO del mes de agosto, se pronosticaba un escenario donde el líder libertario podría cosechar aún más votos en las elecciones del 22 de octubre. Sin embargo, los resultados no habían sido los esperados.

Posterior a las elecciones de agosto, el candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, decidió llevar a cabo una intensa campaña contra el candidato liberal. Los carteles y afiches en las calles con el posible aumento de tarifas que sufrirían todos los usuarios del transporte público en caso de una victoria de la oposición, y de la misma manera en que se la llevó a cabo en los propios medios de transporte al momento de utilizar la tarjeta sube. La posibilidad de privatizar la educación pública y la salud, junto con argumentos donde se lo tildaba al candidato liberal de “negacioncita” por cuestionar el número de los treinta mil desaparecidos en la última dictadura cívico militar. Intentaron crear sobre Milei un personaje “oscuro” en contra todas las instituciones democráticas y los derechos adquiridos por el pueblo argentino a lo largo de nuestra historia.

La campaña del tigrense dio sus frutos, obteniendo en las elecciones de octubre un 36,7% de los votos que lo dejó en primer lugar. Milei por su parte mantuvo el 30% obtenido en agosto, lo cual, le permitió entrar al ballotaje. La clave de estas elecciones estuvo puesta en los votantes de Patricia Bullrich quien terminó tercera con el 23,8%. Inmediatamente, y analizando dichos resultados, Milei comprendió que su discurso contra la “casta” política había llegado a su límite, y que debía sentarse a negociar con el sector de Juntos por el Cambio para atraer al electorado de Patricia.

Su acercamiento a Mauricio Macri y la propia Bullrich, con quienes ya mantenía contacto desde hace tiempo, redundó en un gran acuerdo político donde a partir de allí, el propio Macri junto con la ex candidata a presidente salieron públicamente a apoyarlo de cara a las elecciones de noviembre.

Sin dudas, el mejor de los escenarios para Milei era competir cara a cara con Sergio Massa, teniendo en cuenta que la mayor parte de los votantes de Juntos por el Cambio, y en especial el sector del PRO, se inclinarían en favor del candidato liberal.

Javier Milei se impuso en el ballotage con el 55,69% de los votos, sacando más de diez puntos por encima del aún ministro de economía, con un 44.31%. Ganando en 21 de los 24 distritos electorales del país, siendo que las únicas provincias donde el libertario perdió fueron Santiago del Estero, Formosa y Buenos Aires. No solo consiguió una victoria aplastante en los distritos con mayor padrón electoral, como es el caso de Córdoba y Santa Fe con un 74,05% y 62,82% respectivamente. Sino que, además, en la provincia de Buenos Aires, bastión tradicional de poder político del peronismo, obtuvo un resultado ajustado con el 49,27% de votos, mientras que Sergio Massa se quedó con el 50,73% de votos restante.

Al candidato peronista no le alcanzó con una campaña negativa hacia la figura de Milei, como tampoco le terminó beneficiando el discurso “unionista” para atraer al votante radical y al electorado más “moderado”. Dicho esto, fue el primero en reconocer la derrota electoral mucho antes de que se difundieran las primeras cifras oficiales. El ánimo, tanto dentro como fuera del bunker de Unión por la Patria fue decayendo con el correr de las horas. Las derrotas, y sobre todo de esta magnitud, en el peronismo, se pagan caras. Consecuencia de ello, es la postura que asumió Sergio Massa, argumentando que se alejaría de la actividad pública por un tiempo.


La oposición se debe una reflexión.

Con estos resultados, Javier Milei se convirtió en el primer presidente electo por vía democrática desde 1916 en no pertenecer a ninguna de las fuerzas políticas tradicionales, ya sea el peronismo o el radicalismo, ni tampoco contar con el apoyo de ambas estructuras. Si a esto le agregamos el triunfo de un candidato que cuenta con tan solo dos años en la política, debería esperarse una autocrítica por parte de los partidos políticos consagrados del país, y entender que quizás, el triunfo de Milei, no se trataba de un simple fenómeno, ni mucho menos de un acontecimiento utópico. La pérdida de apoyo de un gran sector de la sociedad, sumado a las ineficientes políticas de los últimos veinte años, por lo menos, deberían ser factores que los espacios tradicionales empiecen a tener en cuenta en caso de que quieran seguir siendo representantes de la voluntad popular.


El país que viene.

El 10 de diciembre comenzará una nueva administración gubernamental en el país. Con propuestas muy radicales y distintas a la de los últimos años, el presidente electo pretende hacer un giro político, económico y social de 180 grados. Ir hacia una economía de libre mercado, dolarizar la moneda, eliminar el Banco Central, como también reformar el sistema de educación y salud. Estos y muchos otros proyectos representan medidas poco convencionales para la mayoría de los argentinos. Más allá de la opinión que cada uno tenga sobre las mismas, el presidente no contará con mayoría propia en el congreso, con lo cual, deberá sentarse a negociar con distintos sectores políticos para que muchas de ellas se terminen aprobando.

Esperemos que los próximos cuatro años nos encuentre con un país próspero y pujante para todos los argentinos. Por nuestra nación y nuestra historia, merecemos vivir en una sociedad más justa y con vistas a un mejor futuro.

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